4 de julio de 2013
Luzmila. Para hacernos una idea de cómo es esta chica, digamos que es un par de palmos más alta que yo, y un par de palmos más ancha. Morena de pelo largo, no debe estar muy familiarizada con los tratamientos estéticos que se estilan por nuestras mediterráneas tierras, ya que podría afirmar sin equivocarme que su bigote compite en color y espesura con el de mi chico.
Pues resulta que Luzmila es la actual chica aupair que se ocupa de Daniel. De eso me enteré cuando ella me lo contó, después de irrumpir en mi cuarto de forma inesperada. En general, la chica me resultó muy agradable, ya que por primera vez desde mi llegada alguien se preocupaba de hablar conmigo, de explicarme las relaciones de la familia, las tareas que tendría que hacer, de cómo se porta Daniel, de mis horarios... y lo más importante de todo, me explicó que el desván no sería mi dormitorio, sino que heredaría el suyo, una vez ella lo dejase libre tres días después, cuando regresara a su país. Tengo que reconocer que fue muy reconfortante y que me sentí bastante liberada del cansancio y el mal sabor de boca que me había dejado la cena (que no se debía a la comida precisamente, la barbacoa estuvo espectacular).
Juntas recorrimos la casa, descubriendo significativos rincones, como el armario empotrado de los zapatos, del que hablaré en alguna otra ocasión, y fuimos comentando los pormenores del día a día con la familia y en el pueblo. Me habló de un sitio, el Uuuuups, al que debíamos ir sin falta (unbedingt) para que me presentase a sus amigos antes de irme, y me pareció muy buena idea.
Al ir a acostarme, le di las gracias a Luzmila y, fiel a mis costumbres, le di dos besos. Y a descansar por fin.
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